RAÚL BARBOZA CON EL CHAMAMÉ, EN PARIS
publicado a las: 2:51 p.m.
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RAÚL BARBOZA
CON EL CHAMAMÉ, EN PARIS
Hace seis años, Raúl Barboza comunicó a sus amigos que se iba a Europa. Parecía ser un viaje más, de los tantos que había hecho al exterior este excepcional acordeonista. No fue igual. Y para nada da muestras de estar incómodo en París, aunque, por allí, la nostalgia lo envuelve y le hace añorar las cosas de nuestra tierra.
Astor Piazzola le abrió las puertas y patrocinó su primer recital. Entonces, los franceses que creían que ya no podía extraerse nada más del acordeón “descubrieron” que había alguien que del dominio de ese instrumento - cuyo remoto antecesor es el órgano portátil – sabía mucho más.
Y de complemento, les entregaba esa música cadenciosa de nombre exótico e ignorada hasta ese momento: chamamé.
Porque, hasta allí sólo contaba el tango y unos pocos de sus cultores: Carlos Gardel, Astor Piazzola, Susana Rinaldi.
Hoy, en la capital francesa, es vastamente conocido este notable músico chamamesero, nacido en Buenos aires el 22 de junio de 1938, de padre curuzucuateño, Adolfo Barboza y de madre santafesina, Pilar Acuña.
Con el primero, guitarrero y compositor, aprendió música cuando era niño, tanto que, para que lo vieran tocar el acordeón en las reuniones, tenía que pararse sobre una silla. De ahí lo de “Raulito”, apodo con el que muchos lo distinguen hasta el presente.
En Francia, Raúl Barboza se encontró con deseos de conocer, aparte del tango, qué otros ritmos componen la geografía musical argentina.
“Entonces yo les hablo de la música de las diferentes regiones – explica -, y les hablo de la música de la región guaraní, que antiguamente abarcaba el Paraguay, lo que hoy es el sur de Brasil y el nordeste argentino. Todo, en una sola región”.
Pero, no piensa únicamente para atrás, también para adelante: “Ojalá no hubiera fronteras, ojalá no existieran Corrientes ni Misiones y que todo vuelva a ser una misma región”.
Y, así, recuerda a su padre, Adolfo Barboza, correntino, de Curuzú Cuatiá. O las veces que estuvo en Posadas, donde, por otra parte, empezó lo que él mismo llama su carrera artística, luego que fuera consagrado en el Primer Festival de la Música del Litoral, en 1963.
Había venido para acompañar al cantor entrerriano Miguel Codaglio, pero el público posadeño lo distinguió de inmediato y dio por tierra con el presagio de los responsables del sello en el que realizara su primera grabación con su nombre. “su música no sirve”, le dijeron.
Hoy, el chamamé “Don Floro”, grabado por Raúl Barboza en aquella oportunidad – finales de los 50 -, constituye una pieza de antología.
No sólo eso. También triunfa en Europa, sin haber abandonado su evolución como artista.
Unas y otras son fronteras, tanto las que subdividen la región guaraní como las que ciegan la mente de tanta gente, impidiéndole observar o vislumbrar los cambios que se van produciendo en la realidad.
5 de septiembre de 1993 – Diario El Territorio
Etiquetas: MÚSICA REGIONAL
