MILLAN MEDINA, PRECISO CRONISTA DE COSTUMBRES
publicado a las: 4:10 p.m.
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MILLAN MEDINA, PRECISO CRONISTA DE COSTUMBRES
Subestimado mucho tiempo por quienes erróneamente lo calificaban como cultor de un “género menor”, Mario Millán Medina ha logrado, sin embargo, perdurar a través de sus creaciones, algo que no consiguen a menudo aquellos que se esmeran más en las formas que en el contenido de sus obras.
A doce años de su desaparición física, se acrecienta la figura de este creador intuitivo, profundo conocedor de las costumbres y, sobre todo, del alma del típico habitante del Nordeste, de Corrientes en particular, lo que con idéntica sapiencia volcaba en versos y melodías simples, en ritmos de chamamé, sobrepaso o rasguido doble.
Fue él, precisamente, quien con un rasguido doble generó lo que luego se convertiría en fenómeno de difusión masiva: “El rancho de la Cambicha”, grabado por Antonio Tormo en su mejor momento de intérprete del cancionero popular argentino. Fue utilizado, asimismo, como música de fondo de la película “El camino del gaucho” (poco feliz realización hollywoodense con un “cowboy” como Rory Calhoun metido a “gaucho”) y en aquella otra cinta, pero argentina, con Augusto Codecá como “El último cowboy” (filmada a modo de respuesta a la primera).
Dicen que para componer ese rasguido doble, Millán Medina se inspiró en una mujer conocida como “Cambicha” Moreyra, propietaria de un boliche donde también ella bailaba, allá por finales de los 30 y principios de los 40, en las afueras de la ciudad correntina de Goya. Cuenta el historiador Emilio Noya que, en ese boliche, se improvisaban reuniones danzantes a las que concurrían vecinos y troperos de paso hacia la tablada.
De esa gente, Millán Medina extrajo sus personajes, retratados fielmente, con trazos gruesos pero certeros, indelebles. Es claro que los conocía de antes, de su niñez en la colonia El Porvenir, departamento de Goya, donde naciera el 25 de mayo de 1914. En cambio, los rudimentos musicales los adquirió cuando estudiaba en el nivel secundario, y los enriqueció al cursar el ciclo de agrónomo en Entre Ríos.
Habrá sido en su estada en tierra entrerriana que se le “pegó” el “hamacado” ritmo del “tanguito montielero”, base de su rasguido doble. Así, se explican las referencias a aquella danza de los “tagué” que incluyó en “El rancho de la Cambicha”.
Creador prolífico, entre los casi 300 temas de su autoría se cuentan “La familia del taitá”, “La Guardia de Seguridad”, “Caraícho”, “Pistola 500”, “Los contrabandistas”, “El batatal”, “El burro”, “La guampada”, “El sargento Z”, “Bailecito social”, “La dormilona” y otros que, a veces, son deformados por los adictos al aplauso fácil, lo que también contribuyó a que fuera distorsionada la obra y la imagen de Millán Medina.
Sin desmerecer las piezas citadas, cada una de las cuales es una ajustada pintura de personas y circunstancias, su creatividad cobró más vuelo con esa precisa crónica de un duelo contenida en “Las tres cruces”, o esa lección que encierra “Así se baila el chamamé”, o esa lánguida descripción de un romance metido en el paisaje que es “Camino del arenal”, que compuso con Tarragó Ros.
Radicado en Santa Fe, donde compartió incluso las luchas políticas en la década pasada, el 6 de noviembre de 1977 llegó el fin de la existencia terrena para Mario Millán Medina. Aunque este dato no parece tener en cuenta las miles de personas que, cotidianamente, se alegran o entristecen con sus obras.
5 de noviembre de 1989 – Diario El Territorio
Etiquetas: MÚSICA REGIONAL
