EL FESTIVAL DEL LITORAL QUE PRETENDEMOS (VII NOTA)
publicado a las: 6:22 a.m.
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EL FESTIVAL DEL LITORAL QUE PRETENDEMOS
(VII NOTA)
Desde fines de marzo y durante abril última, se realizaron reuniones con vistas a la constitución de una comisión permanente que se encargaría de organizar la edición 1982 del Festival de la Música del Litoral, pero retomando el camino abierto hace 19 años, cuando se determinó que a través del encuentro – que luego sería anual – se perseguiría el propósito de definición y afirmación de los valores tradicionales de la cultura regional, para vitalizar el cultivo de nuestro acervo, con sentido nacional.
No obstante, desde hace buen tiempo no se da señal de actividad alguna. Aunque antes de este silencio que llevaría ya más de un mes, la denominada comisión promotora provisoria del Festival dio a conocer una declaración, por medio de la cual fundamentó su decisión de reactualizar las jornadas folklóricas del Litoral, de acuerdo con sus características originales.
Hay quienes suponen que la inactividad obedece a que nuestro país se halla en guerra, argumento que – a nuestro criterio – podría ser objeto de revisión, según referiremos luego, reiterando consideraciones consignadas en una nota anterior.
En tanto, veamos los conceptos salientes de la declaración.
“Este Festival vuelve al pueblo de Misiones y de todo el país con objetivos claros y precisos, enarbolando la verdad como única bandera”, se dijo – por cierto que estridentemente – en el primer párrafo del documento.
Y se añadió:
“Quiere volver a ser (el Festival) vocero de la comunidad litoraleña de nuestro país, para elaborar la más pura identificación de ideales y las bases que posibiliten la integración folklórica de la región, sin exclusivismos, sin especulaciones marginales, sin promociones inconfesables, con la meta de lograr la generosa fraternidad entre el artista y su pueblo”.
“El Festival del Litoral no es, ni puede ser, un certamen más, que explote la curiosidad pública con meros fines turísticos o que aliente vanidades. Es, sí, la reunión de autenticidades intelectuales y artísticas en un acto de reafirmación de la tradición argentina en una de su más destacadas expresiones”.
Más adelante, tras subrayarse que “esta misión (…) debe cumplirse en común formando un haz de voluntades y levantando una valla contra el avance de ilegitimidades que deforman y sorprenden al público”, aparte que “van hacia un éxito comercial muy fácil”, se advirtió que “la imagen de nuestro pueblo, de nuestras costumbres, la historia que abonaron nuestros antecesores y los esfuerzos de los estudiosos” de “la problemática folklórica de Misiones, no pueden quedar librados al aventurero ni al desaprensivo que trafica en su propio beneficio o vanidad con lo que hace a la esencia del alma popular”.
Quienes participaron del propósito de reactivación del Festival propusieron, asimismo, que en forma paralela al espectáculo artístico, se lleve a cabo un simposio sobre folklore, de modo que “puedan arrojarse nuevas luces que ejemplifiquen en la la práctica cuál es nuestro verdadero acervo cultural”.
LO QUE PRETENDEMOS
Los conceptos contenidos en dicha declaración nos movieron a apoyar, en forma decidida, el mencionado propósito. Porque coincidimos plenamente con sus enunciados.
Sin embargo, esta iniciativa que tuvo tan auspiciosos comienzos, pareciera que fue – al menos momentáneamente – silenciada (no sabemos por quién, aunque suponemos por qué). Vale acotar, no obstante, que la Dirección de Cultura de la Provincia continúa, por su lado, con la preparación del simposio de música regional que se esperaba constituyera el otro importante aspecto del encuentro folklórico.
En nota anterior de esta serie, decíamos que “el festival que pretendemos persigue la meta de consolidar los valores de nuestra cultura, para afirmar nuestra identidad como parte de la comunidad nacional. Y para afirmar nuestra nacionalidad”.
Debe estar dirigido, en síntesis, al ejercicio de la soberanía en el plano cultural.
En un ensayo del cual es autor, el estudioso Ciro René Lafón alude a las diferentes formas en que se expresa la soberanía de una nación, a partir de su integración como tal, sobre una superficie territorial determinada. Para Lafón la defensa de la soberanía tiene una amplitud mayor que la búsqueda del respeto ajeno a la propia integralidad territorial; comprende, también, la soberanía política y a soberanía cultural, que – sostiene – descansan en la soberanía individual.
Conforme con la finalidad de estas reflexiones, hacemos notar que define la soberanía cultural como “el derecho inalienable que tiene una nación de mantener y conservar el estilo de vida que le es propio”: (“Folklore y soberanía”).
Si la guerra con la Gran Bretaña fuera el argumento que impuso la momentánea suspensión del proyecto de reactivación del Festival, ¿ no es acaso la defensa de nuestro estilo de vida lo que se halla en juego también en este dramático conflicto con el agresor colonialista?.
Además, debemos coincidir en que la guerra sitúa a sus protagonistas frente a una instancia extraordinaria, en la cual tienen que redoblarse los esfuerzos para posibilitar el triunfo, de nuestra nación, en este caso.
La guerra no debe ser un pretexto para frenar la marcha del país. Por el contrario, el redoble de esfuerzos tiene que orientarse a la aceleración de esa marcha.
En el campo cultural específico, nuestra obligación es contribuir – mientras atendemos los deberes que como argentinos, ya y ahora, nos impone el conflicto – a la vigorización de los sentimientos nacionales. Y lo haremos, en una de las formas, a través de la afirmación de nuestra identidad provincial y regional, como parte del conjunto armónico que es la Nación.
CARLOS CORREA
06 de junio de 1982 – Diario El Territorio.
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