FESTIVAL DEL LITORAL (IV) CÓMO SE GESTÓ LA IDEA ORIGINAL
publicado a las: 6:32 a.m.
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FESTIVAL DEL LITORAL (IV)
CÓMO SE GESTÓ LA IDEA ORIGINAL
“Al decidir nosotros tomar la iniciativa de realizar el Primer Festival de la Música Litoraleña, lo hemos hecho sintiendo el imperativo que es común a todas las provincias de nuestro gran Litoral. Corrientes, Santa Fe, Chaco, ´Formosa, Entre Ríos y Misiones aúnan en esta iniciativa de definición y afirmación de sus valores tradicionales, artísticos y culturales, que, sin excluir ni establecer competencias con otras manifestaciones folklóricas, vitalizará el cultivo de nuestro acervo, con un claro sentido argentino”.
Esas palabras fueron expresadas, hace casi 19 años, por el profesor Lucas Braulio Areco, entonces director de Cultura de la Provincia y presidente de la comisión central organizadora del I Festival de la Música Litoraleña.
Las transcribimos aquí, en virtud de que consideramos que conviene recapitular, hacer un poco de historia, para retomar el camino original y avanzar a partir de allí, a fin de alcanzar la finalidad que se proponen quienes han reactualizado la iniciativa de efectuar aquel encuentro de los cultores y estudiosos del folklore regional, de acuerdo con la idea original.
Y para reseñar sucesos históricos, nada mejor que dejar que hablen aquellos que los han protagonizado.
Uno de ellos fue Areco, con quien hemos conversado sobre el tema, en una amena entrevista transcurrida en su casa del posadeño barrio 25 de Mayo, lo que, a la vez, fue útil para que refrescáramos nuestros recuerdos de aquellos años.
SURGE LA IDEA
En enero del 63, y en respuesta a una invitación cursada al director de Cultura por el poeta salteño Jaime Dávalos, se encomendó al entonces exitoso conjunto Los Hermanos Ariel (integrado por cuatro jóvenes misioneros: Hugo Báez, Aldo Breitembruch, Carlos Garau y Miguel Zárate) para que representan a nuestra provincia en el III Festival Nacional del Folklore, cuya sede – como se sabe – se halla en la localidad cordobesa de Cosquín.
Los intérpretes fueron acompañados por Adhemar Galli (fallecido hace unos años) y Daniel Solís, funcionarios de la mencionada Dirección.
Al regreso de Galli y Solís, con Areco dieron forma a un pensamiento que venían madurando sobre la necesidad de que Misiones hiciera su propio festival y que comprendiera a todo el Litoral, en la integridad de sus manifestaciones folklóricas. O sea que, además del espectáculo musical, se contemplara la realización de un simposio, en el que se volcaran y se discutieran los resultados de investigaciones del hecho folklórico, y de una muestra de artesanías.
Vale apuntar que eran años – casi como todavía suele escucharse – en que toda referencia al folklore nacional se sustentaba en el patrimonio de otras áreas del país: Norte, Centro o Cuyo, mientras se ignoraba lo relativo al Litoral (como si los pueblos de la región carecieran de historia).
Correspondía, entonces, que la iniciativa se orientara a favorecer, incentivar la investigación, el análisis, recopilación, exposición y divulgación de los diversos elementos del folklore litoraleño: música, canto, danzas, poemática, vestimentas, costumbres, comidas, etcétera. De ese modo, se posibilitaría que las expresiones de nuestro acervo folklórico fueran ubicadas en similar plano de consideración a las pertenecientes a otras zonas del país.
Pero, además, a través de dicha iniciativa debería promoverse la creatividad de los artistas de la región.
En sucesivas reuniones, se efectuaron nuevos aportes que enriquecieron la idea original. Restaba, entonces, llevarla a la práctica.
Pero, ¿cómo?, ¿con qué medios?, ya que se tropezó con la falta de recursos oficiales. “No hay un peso para fiestas”, fue la respuesta que los gestores del proyecto obtuvieron de las autoridades gubernativas en febrero del 63.
Ya veremos en una nota posterior de qué manera los propulsores del encuentro artístico se ingeniaron para superar también los obstáculos que se les presentaron en el orden financiero. Que en materia de organización de actos de esta naturaleza (al igual que en los de otras) no suelen ser fáciles de sortear, según lo sabe todo aquél al que alguna vez le tocó – o le toca – intervenir en ella.
Areco recordó que Galli tuvo una idea que, luego de materializada, contribuyó en forma decisiva a que se atendieron con solvencia ese flanco fundamental, para la puesta en marcha de la primera edición del Festival del Litoral.
CARLOS CORREA 16 de Mayo de 1982 – Diario El Territorio
“Al decidir nosotros tomar la iniciativa de realizar el Primer Festival de la Música Litoraleña, lo hemos hecho sintiendo el imperativo que es común a todas las provincias de nuestro gran Litoral. Corrientes, Santa Fe, Chaco, ´Formosa, Entre Ríos y Misiones aúnan en esta iniciativa de definición y afirmación de sus valores tradicionales, artísticos y culturales, que, sin excluir ni establecer competencias con otras manifestaciones folklóricas, vitalizará el cultivo de nuestro acervo, con un claro sentido argentino”.
Esas palabras fueron expresadas, hace casi 19 años, por el profesor Lucas Braulio Areco, entonces director de Cultura de la Provincia y presidente de la comisión central organizadora del I Festival de la Música Litoraleña.
Las transcribimos aquí, en virtud de que consideramos que conviene recapitular, hacer un poco de historia, para retomar el camino original y avanzar a partir de allí, a fin de alcanzar la finalidad que se proponen quienes han reactualizado la iniciativa de efectuar aquel encuentro de los cultores y estudiosos del folklore regional, de acuerdo con la idea original.
Y para reseñar sucesos históricos, nada mejor que dejar que hablen aquellos que los han protagonizado.
Uno de ellos fue Areco, con quien hemos conversado sobre el tema, en una amena entrevista transcurrida en su casa del posadeño barrio 25 de Mayo, lo que, a la vez, fue útil para que refrescáramos nuestros recuerdos de aquellos años.
SURGE LA IDEA
En enero del 63, y en respuesta a una invitación cursada al director de Cultura por el poeta salteño Jaime Dávalos, se encomendó al entonces exitoso conjunto Los Hermanos Ariel (integrado por cuatro jóvenes misioneros: Hugo Báez, Aldo Breitembruch, Carlos Garau y Miguel Zárate) para que representan a nuestra provincia en el III Festival Nacional del Folklore, cuya sede – como se sabe – se halla en la localidad cordobesa de Cosquín.
Los intérpretes fueron acompañados por Adhemar Galli (fallecido hace unos años) y Daniel Solís, funcionarios de la mencionada Dirección.
Al regreso de Galli y Solís, con Areco dieron forma a un pensamiento que venían madurando sobre la necesidad de que Misiones hiciera su propio festival y que comprendiera a todo el Litoral, en la integridad de sus manifestaciones folklóricas. O sea que, además del espectáculo musical, se contemplara la realización de un simposio, en el que se volcaran y se discutieran los resultados de investigaciones del hecho folklórico, y de una muestra de artesanías.
Vale apuntar que eran años – casi como todavía suele escucharse – en que toda referencia al folklore nacional se sustentaba en el patrimonio de otras áreas del país: Norte, Centro o Cuyo, mientras se ignoraba lo relativo al Litoral (como si los pueblos de la región carecieran de historia).
Correspondía, entonces, que la iniciativa se orientara a favorecer, incentivar la investigación, el análisis, recopilación, exposición y divulgación de los diversos elementos del folklore litoraleño: música, canto, danzas, poemática, vestimentas, costumbres, comidas, etcétera. De ese modo, se posibilitaría que las expresiones de nuestro acervo folklórico fueran ubicadas en similar plano de consideración a las pertenecientes a otras zonas del país.
Pero, además, a través de dicha iniciativa debería promoverse la creatividad de los artistas de la región.
En sucesivas reuniones, se efectuaron nuevos aportes que enriquecieron la idea original. Restaba, entonces, llevarla a la práctica.
Pero, ¿cómo?, ¿con qué medios?, ya que se tropezó con la falta de recursos oficiales. “No hay un peso para fiestas”, fue la respuesta que los gestores del proyecto obtuvieron de las autoridades gubernativas en febrero del 63.
Ya veremos en una nota posterior de qué manera los propulsores del encuentro artístico se ingeniaron para superar también los obstáculos que se les presentaron en el orden financiero. Que en materia de organización de actos de esta naturaleza (al igual que en los de otras) no suelen ser fáciles de sortear, según lo sabe todo aquél al que alguna vez le tocó – o le toca – intervenir en ella.
Areco recordó que Galli tuvo una idea que, luego de materializada, contribuyó en forma decisiva a que se atendieron con solvencia ese flanco fundamental, para la puesta en marcha de la primera edición del Festival del Litoral.
CARLOS CORREA
16 de Mayo de 1982 – Diario El Territorio
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