PERUCHO TABAREZ: UN MÚSICO POPULAR
publicado a las: 11:44 a.m.
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PERUCHO TABAREZ: UN MÚSICO POPULAR
“Unos dicen que es herencia / y otros, cosa de amuleto / La música está en el alma / de los hijos de este suelo / se les subió por la sangre / de los talones al pecho / y les brota por las manos / y les florece en el viento…” (“Chamamesero”, de Julián Zini),
La caracterización realizada por este poeta correntino con algo de misionero (o “correntino de las Misiones”, según se autodefine), es válida – lo afirma el propio Zini en el mismo poema – para identificar a cualquiera de los chamameseros, desde los más modestos hasta los más encumbrados.
De uno de los que estarían comprendidos en el primer nivel, de esos anónimos musiqueros ( o “musicantes”, como calificaban los antiguos), de esos intérpretes populares, es que queremos ocuparnos en esta ocasión:
Su nombre: Pedro Brítez.
Incluso a aquellos que suelen compartir – o han compartido – con él muchas prolongadas sesiones de música regional, ese nombre les habrá significado muy poco. O nada. Pero, si advertimos que, en realidad se trata de de quien es conocido como Perucho Tabarez la claridad comienza a imponerse.
Típica expresión del músico popular, la figura de Perucho es identificada desde la década del 40, especialmente en los barrios del suroeste del municipio posadeño: Rocamora, Alta Gracia, Las Rosas, Villa Dolores, San Isidro, Itaembé Míni y, más recientemente, todos esos conglomerados que, como el Guazupí, brotaron hasta el oeste.
BARRIO CEMENTERIO
Lo de Perucho no requiere explicación, desde que se llama Pedro. En cambio, con el apellido que le atribuyen no sucede lo mismo, ya que el verdadero es Brítez y se lo conoce como Tabarez.
Su lugar de nacimiento: Posadas. Barrio: Rocamora, dicen algunos. Pero, resulta que nació en una casa de la chacra 49, frente al cementerio La Piedad (sobre la avenida Santa Catalina); o sea en una zona que ya casi no es Rocamora, pese a que las viejas familias consideren que sí lo es. Para otros, Rocamora termina, por ese lado, en la avenida Almirante Brown, que es también donde finaliza la calle que da su nombre al barrio.
En ese lugar de la chacra 49 nació Perucho y allí, asimismo, vivía un señor de apellido Tabarez, quien lo tomó a su servicio cuando aquél aún era un niño. De ahí, seguramente, la confusión.
ACORDEONISTA
A principios de los años 40, empezó a pulsar la guitarra primero, y luego el acordeón. Con este instrumento se lo identificaría desde entonces.
Sus primeros acompañantes fueron Hilario y Héctor Cavia. Después, los hijos de éstos, Julián, Carlos, José y Ramón, por un lado, y Nicolás, Diego y Tachín, por el otro, serían los que lo secundarían con sus guitarras y voces.
Ahora, lo acompaña su hijo: Hipólito Carlos Brítez.
No es – vale la reiteración – un músico profesional. Es el típico músico popular; utiliza su acordeón como vehículo expresivo. Con él “farrea” o, simplemente, se entretiene, “pasa el rato”. Claro que ese “pasar el rato” significa que, fundamentalmente, la melodía que “florece en el viento” refleja su estado de ánimo en ese momento.
Pese a sus años, no se puede decir que está retirado. Aunque son cada vez más espaciados los “dolores de cabeza” que provoca a su compañera de toda la vida: “doña Pachica Ojeda”.
Lechero desde siempre. Por las mañanas se lo ve sobre su carrito transitar por la ruta 12, en procura de sus clientes.
No le faltaron oportunidades de integrar conjuntos que alguna vez alcanzaron renombre. Las dejó pasar.
Perucho Tabarez prefirió el simple oficio de músico auténticamente popular. Simple y hermoso oficio.
CARLOS CORREA
Octubre de 1981 – Diario El Territorio.
Etiquetas: MÚSICA REGIONAL
