Carlos Correa
CARLOS TALAVERA “UN MISIONERO DIRECTOR DEL CUARTETO SANTA ANA”
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CARLOS TALAVERA

“UN MISIONERO DIRECTOR DEL CUARTETO SANTA ANA”

El 15 de mayo de 1976, la nave central de la basílica de Nuestra Señora de Itatí se colmó de la música elaborada a partir de la sensibilidad de Ernesto Montiel e interpretada por el Cuarteto Santa Ana. Pero, entonces, ya no estaba “Monti” al frente de la agrupación, dado que poco más de cinco meses antes se había apagado su sonrisa ancha, la misma que en los años 50 se asomara sobre su legendario acordeón para abrir espacio al chamamé en los grandes escenarios porteños.

La dirección del Cuarteto Santa Ana había sido transferida a Carlos Talavera el 7 de mayo de 1976, por decisión de Juana Notto viuda de Montiel, quien, a su vez, respondía así a un propósito de su extinto esposo. Ocho días más tarde, en el histórico santuario correntino, era celebrado el acto de bendición del conjunto bajo la flamante dirección, por parte del padre Arcángel Rafael Cassol.

La explicación que se consigna, fue brindada por el propio Talavera, un misionero nacido en dominios de lo que fuera estancia “El Aguacerito”, ubicado en la zona del kilómetro 10 de la ruta nacional 12, paraje Villalonga, en el límite de los municipios de Garupá y Posadas.

COMIENZOS DEL ACORDEONISTA

Fue en ese lugar, allá por 1955, que Talavera, a la sazón con 14 años, empezó a pulsar un típico acordeón de “dos hileras y ocho bajos”. Poco después, realizó estudios de bandoneón con Ricardo Ojeda y Mario Guido Jara, pero confesó – como “me gustó más el acordeón”, siguió con este último instrumento.

A los 17 años actuó por primera vez en público. Lo hizo en las desaparecidas instalaciones del Club Social de Villa Lanús, en los bailes del carnaval de 1958 y al frente de su Trío del Litoral, el que era integrado, además, por el dúo González-Galeano, quienes, aparte de cantar, eran sus acompañantes en guitarras.

“En esa época – recordó – en casa había una vitrola, con la que escuchábamos grabaciones del Cuarteto Santa Ana, de temas tales como “La Calandria”, “Cuando llora el acordeón”, “La Tranca”, “La Picana”, “Distrito Alto Verde”. Desde entonces, me llamaba la música de Montiel, porque veía que él se brindaba por entero, daba su vida a través de esa música”.

(Cabe apuntar que similares conceptos destinó al desaparecido acordeonista posadeño Teodoro “El Torito” Meza).

Luego, cumplió actuaciones en ZP5 Radio Encarnación, en un programa auspiciado por una conocida marca de caña (de Villa Lanús) y conducido por Artemio Vera, y en la antigua LT4 Radio Splendid, de Posadas, cuyos estudios centrales se encontraban en la calle 3 de Febrero de esta ciudad.

A BUENOS AIRES

En 1960 decidió viajar a Buenos Aires, por primera vez, con la finalidad de intentar fortuna como intérprete.

La idea de ese viaje surgió en la noche de un sábado de ese año, de una conversación con Abelardo Dimotta, el destacado acordeonista entrerriano, quien se presentaba en la pista La Rotonda. Dimotta le sugirió que se traslada a la Capital Federal, y allá fue Talavera.

En esta primera ocasión, su permanencia fue por poco tiempo; nada más que un mes, pero en cuyo transcurso integró la “embajada” musical de Polito Castillo.

De regreso, en Posadas, actuó al lado de Ángel Godoy y, luego, viajó otra vez a Buenos Aires.

Entonces, ya con 20 años, formó parte del conjunto de Damasio Esquivel, pero, tuvo que retornar a la capital misionera, a fin de cumplir con sus obligaciones del servicio militar. No estuvo inactivo, sin embargo, ya que, cuando podía, seguía actuando en público , como lo hiciera, por ejemplo, en la agrupación dirigida por Ramón Méndez.

Terminado su servicio de conscripción, se trasladó por tercera vez a la Capital Federal, cuando ya su nombre empezaba a ser conocido.

Se desempeñó de nuevo con Polito Castillo hasta que, con Julio Luján y Tob Núñez, reflotó el Trío del Litoral.

“CASITA DE BARRO”

En 1985, realizó su primera grabación. Se trataba de un “doble”, en el cual incluyó “El Sifón”, “Puerto Blanco”, “A papá” y “Para casarme”, todos ellos en ritmo de chamamé. La aceptación alcanzaba en la difusión de esa primera placa, sirvió de sustento a un segundo disco, también “doble”, editado seis meses después de aquella. Contenía: “El divertido”, chamamé de Juancito El Peregrino y Goyo Franco; “Cambá Soto” (dedicado a Negro Soto, posadeño, del barrio Rocamora), de Talavera, “El coloso”, igualmente de Talavera y “Perucho del litoral” (¿por Perucho Tabares?, un conocido acordeonista popular, de los barrios del suroeste de la capital misionera), de Chaloy Jara.

Volvió a esta ciudad al año siguiente. Pero, tampoco permaneció mucho tiempo, ya que en 1967, con conjunto propio, se trasladó a Resistencia, donde estuvo radicado cuatro años.

Allí, también, obtuvo el primer galardón de importancia en su carrera, cuando le fue adjudicado el primer premio de un concurso de canciones inéditas, organizado con motivo del centenario de la capital chaqueña.

El tema ganador era “Casita de barro”, un cadencioso rasguido doble cuya música apoya la nostalgia que refleja el texto relativo al hogar natal de Talavera. Es, fuera de dudas, una de las más bellas composiciones de la música regional de proyección folklórica.

El premio le fue otorgado en el transcurso de un gran festival llevado a cabo, entonces en la céntrica plaza San Martín de Resistencia.

EN EL CUARTETO SANTA ANA

A partir de “Casita de barro”, Carlos Talavera fue aún más conocido. Aparte de un contrato que celebrara con el sello “Odeón”, se lo llamó desde distintos lugares para efectuar presentaciones. Y en 1971 regresó a Misiones, pero tampoco esta vez se afincó aquí, ya que, poco después, se trasladó a Santo Tomé, donde fijó domicilio en forma definitiva.

El 31 de diciembre de 1973 tuvo lugar un acto sumamente importante en la vida artística de este joven misionero. Ese día, visitó en su casa a Ernesto Montiel, quien lo había invitado con el objeto de obsequiarle su acordeón. En dicha oportunidad, Montiel le anticipó que su gesto obedecía al propósito de posibilitar el desempeño de Talavera, con el fin último de que éste se hiciera cargo de la dirección del Cuarteto Santa Ana, en 1976.

El maestro no pudo concretar su propósito. Se fue antes, en diciembre de 1975, pero, de todas maneras, Talavera se hizo cargo del conjunto en 76, conforme con el deseo de “Monti”, y como se indica más arriba.

En la actualidad, el cuarteto se integra, además, con el bandoneonista Ramón Vera, de Villa Bonita (Oberá) y los guitarristas y cantores Raúl Carlos Ramírez, de Santo Tomé y Julián Cavia, posadeño de Rocamora.

UN ÁRBOL BIEN PLANTADO

Respecto del acordeón que le obsequiara el extinto maestro, Talavera dijo que “quiero conservarlo por siempre, y ojalá que los jóvenes que tocan el mismo instrumento sepan conservar esa música por la que luchó Montiel, y no sólo él, sino también Cocomarola, Tarragó Ros y tantos otros. Esa música, el chamamé específicamente, es muy importante para nosotros que nos identificamos con ese ritmo. Entonces, debemos tratar de hacer lo mejor posible, sin improvisaciones”.

“No hay que olvidar – concluyó – que el chamamé es un árbol muy bien plantado, pero que, no obstante, se puede caer si no lo cuidamos. Yo, por mi parte, pienso mantener la tradición de la música pura que hacía don Ernesto”.



Abril de 1981 – Diario El Territorio

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1/09/1982: Conferencia "El Sindicalismo Argentino". Carlos Correa.
Quién es Carlos Correa
Nació en Posadas cuando en la Catedral daban las doce campanadas de un mediodía del mes de Noviembre de 1939.
Fueron tantas las actividades que desarrolló que resulta muy difícil resumirlas: periodista, sindicalista, militante político, docente, etc. Pero sobre todo, un profundo conocedor de su región misionera, sus costumbres, su música, sus bailes, es decir, de la cultura regional en sus distintas manifestaciones.
Después de tanta lucha, partió a "la Tierra sin mal" el 28 de Marzo de 2012, dejando una huella trascendente en nuestra historia.
Los aportes que brindó con sus conocimientos, pero sobre todo con su gran humanismo, me impulsan a crear esta página para transcribir -en parte- sus notas publicadas, la mayoría en "El Territorio" de Posadas, con el propósito de que les sea útil a quien las necesite, pues siempre fue muy altruista y generoso en enseñar lo que sabía.

Alba
Los cuarenta años de amor que vivimos en pareja con Carlos Correa, tantas actividades que encaramos juntos, la amistad y comunión de ideales que nos unieron me impulsan a concretar este sueño de compartir con los demás, aunque más no sea, una parte de su saber. Alba Rosabel Melo.

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