LA PALABRA CHAMAMÉ
publicado a las: 11:31 a.m.
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LA PALABRA “CHAMAME”
Desde la primera nota de esta serie (publicada en la Revista Dominical el 13 de abril del año en curso), quien esto escribe se inclinó por la consideración en forma separada del significado de la palabra “chamamé” y de los orígenes de la especie musical folklórica que recibe tal denominación. Se estimó prudente proceder de esa manera por cuanto las diferencias de criterio que suscita el análisis sobre el significado etimológico o ideológico del término, puede contribuir a que aumenten las dificultades en la tarea de investigación de los orígenes de la especie. Y, en definitiva, esto último es lo fundamental, ya que lo que importa es si el chamamé, como expresión musical, constituye una manifestación auténtica del hombre de la región.
Curiosamente, dentro del contexto de la música popular argentina, es solo respecto del chamamé que se observa este fenómeno polémico que abarca las dos facetas. Para más, se tiene otro elemento que también participa en la polémica: la “paternidad” del ritmo.
Todo esto lleva a pensar que aquí juegan otros factores no menos importantes, como la necesidad de reafirmar la identidad del habitante del Nordeste, como parte indisoluble de la Nación. De ah´, la pasión que se pone de manifiesto en la defensa de la autenticidad del chamamé, como manifestación propia, genuina de la zona.
LA DENOMINACIÓN
Lo consignado precedentemente no significa, de ningún modo, que se pretenda restar trascendencia a la labor de no pocos estudiosos, que tratan de precisar la etimología del vocablo “chamamé”.
Conocidas son las distintas acepciones que, traducidas al castellano, ofrece la palabra “chamamé”: enramada; corredor; lo que se hace desordenadamente, sin plan ni método o “cualquier hecho” como venga” sin mayores pretensiones o intrascendente”.
El estudioso Juan de Bianchetti, estudioso serio y profundo del guaraní, sostuvo que “chamamé” proviene de “che-amoá-memé” cuyo significado es: “doy sombra a menudo o constantemente”. Por aféresis, sincopa y apócope (ver “Un huérfano de fortuna”, en la Revista Dominical del 4 de mayo de 1980) y teniendo en cuenta que en el proceso de formación de palabras – opinó Bianchetti – los sonidos fuertes absorben a los débiles o más débiles, surgió la vos “chamamé” y, dado su significado original, se lo aplicó a la enramada. Cabe acotar que aféresis es la supresión de letras al comienzo de la palabra, sincopa es dentro o en el medio de la palabra y apócope al final de ella.
A partir de allí, de Bianchetti señaló que aquellos que crearon el ritmo le impusieron el nombre de chamamé, inspirados en su modalidad musical, que refleja las melodías de la naturaleza. Para dicho investigador – muchas veces injustamente olvidado no obstante los invalorables aportes que concretó – ambas cosas, el nombre y la especie musical, nacieron en forma simultánea.
También de Bianchetti afirmó haber localizado una tribu cainguá, que habita en el estado brasileño de Santa catalina que cultiva una danza a la que llaman “chamamé”, muy similar, hasta en la forma de bailar, al ritmo regional argentino bajo consideración.
Por otra parte, se atribuye a una expresión formulada por Samuel Aguayo el origen de la denominación del chamamé actual. Por conocida, no cabe volver aquí sobre la anécdota que refiere el momento histórico, fines de 1930, en que fue pronunciada esa palabra por el citado cantor paraguayo, cuando se le hizo conocer “Corrientes poty” (La flor de Corrientes), escrita por Diego Novillo Quiroga sobre música de Francisco Pracánico.
POSIBILIDADES
Tal vez, la calificación de “chamamé correntino” impuesta a dicha composición haya sido utilizada, luego, por los músicos de la región, pero sin el agregado de “correntino”.
Si esta versión es aceptada, habría que concluir que la especie musical nació en primer término que era llamada de manera distinta (porque es más antigua que los 50 años que se pretendería adjudicarle).
Los que están en desacuerdo con tal versión – como de Bianchetti –aseguran que ambos elementos, el nombre y el ritmo, aparecieron en forma simultánea. Pero, pudo suceder que el vocablo fuera acuñado antes, para identificar a otra danza que, con el tiempo, derivó en el chamamé actual.
Es probable, también que ese nombre se haya aplicado, primitivamente, a otra especie distinta de la hoy conocida, y que fuera tomado en “préstamo” para denominar al chamamé actual y que éste, por su mayor empuje, vigor o vigencia lo adoptara a la postre, en forma definitiva, mientras la anterior desaparecía. A este respecto, importa recordar lo apuntado por la investigadora Olga Fernández Latour en cuanto a que en 1821 apareció la palabra “chamamé” en un artículo de un periódico porteño, como identificatoria de una danza (ver la Revista Dominical del 1º de junio de 1980).
Por consiguiente, pese a los valiosos aportes materializados en este orden, es evidente que aún no se puede establecer con precisión si la palabra “chamamé” fue inspirada en las motivaciones de la especie musical, es decir, si es que, simultáneamente, quienes crearon el ritmo también le impusieron su nombre o si éste fue adoptado con el tiempo, después que la música se había impuesto.
No hay que olvidar que se sostiene, igualmente con argumentos sólidos, que lo que hoy se conoce como chamamé, antes era “polquita” o polca correntina. Para este caso, es probable que se haya adoptado la denominación, en virtud de la extraordinaria aceptación que tuvo, en la segunda mitad del siglo pasado, la polka europea.
Además, era común que este mismo chamamé recibiera la denominación de “ramada güi” o sea, debajo de la enramada. Como según una de las acepciones, la voz guaranítica “chamamé” significa “enramada” en castellano, tal vez se haya operado un proceso de transferencia de nombre, debido a qu habitualmente los bailes se organizaban en los patios, debajo de las enramadas. De allí, chamamé pasó a identificar a la danza.
Estas consideraciones no tienen otro objetivo que el de exhibir los numerosos caminos que se ofrecen para la interpretación etimológica o ideológica del vocablo “chamamé”. Cabe insistir que no se trata de desmerecer el trabajo, honesto, serio, racional de quienes investigan en esta materia.
Pero, aunque ello puede contribuir en gran medida al estudio del pasado del ritmo-chamamé, no debe perderse de vista el objetivo fundamental: el origen de la especie musical, su vigencia y su autenticidad.
Lo cierto es que el vocablo chamamé identifica, de modo inconmovible e irrebatible, a la especie preponderante del género regional.
CARLOS CORREA
Diario El Territorio - 24 de Agosto de 1980
Etiquetas: MÚSICA REGIONAL