EL ALUMBRAMIENTO
publicado a las: 5:29 a.m.
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Música Regional
El Alumbramiento
Como ya se ha dicho, el actual chamamé pudo haberse llamado, con anterioridad, polquita o polca correntina o “ramada güi” (“bajo la enramada” en alusión al típico escenario de las reuniones danzantes populares). O tal vez ya entonces era conocido como chamamé.
La utilización indistinta de tales denominaciones para identificar, en un período determinado, a una misma especie musical, acarreó confusiones que todavía perduran en cuanto al nombre que se le aplicó en un principio. Por ello es que, en este aspecto, habrá que investigar más a fondo, si se pretende llegar a conclusiones sólidas.
De todas maneras el habitante común de la región, inspirador y destinatario de esa música, no se confunde ni se conflictúa por esa indefinición. Para él, en estos momentos y desde hace mucho, la denominación de chamamé es lo que corresponde al ritmo más representativo del Nordeste.
No debe haber confusión
Vale reiterar que la aludida confusión respecto del nombre, no debe comprender al origen de la especie musical-chamamé. Esta es, sin duda, un producto genuino de la región, y aunque su “cuna” se ubica en la campaña de Corrientes, donde se consolidó como tal en la última parte del siglo pasado, sus raíces no le pertenecen absolutamente.
Atítulo de acotación, cabe recordar que en esa época y desde 1832, Misiones se hallaba anexada a Corrientes, situación que fue revertida con la creación, en diciembre de 1881, del Territorio Nacional de Misiones, al cual, sin embargo, se le adjudicó una superficie menor que la de la antigua provincia. Anteriormente, el territorio misionero llegaba, por el sur, más allá de Yapeyú, e incluía este pueblo y los de La Cruz, Santo Tomé y San Carlos, pueblos todos de origen jesuítico, después restablecidos. Pero, por ejemplo, recién en 1896 se aprobó el deslinde que determinó que San Carlos quedara definitivamente en tierra correntina.
Con esta acotación no se pretende alentar disputa alguna. En cambio, se trata de aportar elementos para disponer de una composición de lugar, ya que cuando se gestó y consolidó el chamamé los actuales territorios de Misiones y Corrientes se confundían, primero, y luego permanecían indivisos, con la existencia legal de una sola provincia, la citada en segundo término. Además, por diversas circunstancias (geográficas, políticas, económicas y sociales), Corrientes concentraba entonces la población más estable y de mayor número.
Aquellas raíces-también ya se dijo, deben buscarse en el pasado guaranítico, entroncándolas con la tarea social, política, económica y cultural que desarrollaron los sacerdotes de la Compañía de Jesús en las Misiones, pero sin descuidar las influencias que, en diversas etapas del período de gestación, se recibieron a través de distintos “frentes”. Tampoco hay que pasar por alto que el paisano correntino, su idiosincrasia y su paisaje constituyeron la “fragua” para el alumbramiento de esta música representativa del Nordeste.
Este paisano fue el encargado de preservar las tradiciones guaraníes, ponerlas a salvo, aún con las influencias beneficiosas que enriquecieron el legado cultural. No en vano, apenas se registró el proceso de repoblamiento de las tierras anteriormente abandonadas, el chamamé se expandió hasta colmar el espacio físico de la porción de territorio correspondiente al área guaranítica que hoy pertenece a la Argentina.
Claro está que el correntino que emigró de su afincamiento para repoblar dichas tierras, llevó consigo el chamamé. No obstante, ese sólo hecho no es suficiente para comprender el fenómeno de aceptación masiva fuera de Corrientes, y aún en tierra brasileña, sometida a antaño también a la influencia guaranítica.
Hay algo más. En el paisaje del Nordeste tiene que haber algo que se refleja en este ritmo, ya que de otro modo no es fácil explicarse la espontánea adhesión que despierta en personas que provienen de tras tierras, muy lejanas, o en sus descendientes, exponentes de nacionalidades tan marcadamente diferentes de la criolla.
Esto es más comprensible en miembros de ciertas nacionalidades (como los árabes, conocidos comúnmente conocidos como “turcos” por el paisano) que se han asimilado a las comunidades respectivas. Y no lo es tanto, en aquellos que, aún en esta tierra, han sabido mantener expresiones de su propia cultura(como os centro-europeos), salvo que se considere que en estos últimos ha influido la fuerza del paisaje.
Testimonios Musicales
En la música regional y de los tiempos antiguos, hay varias composiciones de neto cuño folklórico, que perduran hasta el presente. Son folklóricas por cuanto reúnen los requisitos como para merecer tal calificación, ya que se trata de temas populares, anónimos y tradicionales, con el agregado de que tienen efectiva vigencia, es decir que no ha sido necesario una tarea de rescate cultural para sacarla a la luz, si se exceptúan las letras que en algunos casos se les agregaron.
Entre esas composiciones pueden ser mencionadas :”La caú”, “La llorona”, “La chajá”, “Fierro Punta”, “La pluma del Caburé”, “Ofrenda de una novia correntina”, “El Caraú”, y “Ajhá potama” (algo así como “próximo a partir”9, todas ellas en tiempo de chamamé, así como el valseado “La polvareda”.
Algunas son solamente instrumentales, a otras se les agregó letra y otras, contando con versos, reconocen diferentes versiones. Entre estas últimas se halla “El Caraú”, del que dicen algunos que ya era conocido en 1850 y que en la Encuesta del Magisterio Nacional realizada en 1921 figura como vigente en la colonia misionera de Cerro Corá, según ya se apuntó en nota anterior.
CARLOS CORREA
El Territorio -31/08/80
Etiquetas: MÚSICA REGIONAL