UNA RAÍZ COMÚN (LOS DE IMAGUARÉ)
publicado a las: 11:15 a.m.
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UNA RAÍZ COMÚN
Hace algunos años, un grupo de personas de la ciudad correntina de Mercedes decidió acometer la empresa de búsqueda de las raíces históricas de música regional, del chamamé, en especial, como especie predominante. En ese grupo figuraron Nerea Avellanal de Ambroggio, Julio Cáceres (actual integrante de Los de Imaguaré) y, entre otros, el padre Julián Zini, cura párroco de dicha ciudad.
“Lo que nosotros hemos concretado, en realidad, es un encuentro entre personas que buscamos nuestra propia identidad”, señaló Zini, en aquel entones, y con esa caracterización sumo un elemento más al objetivo que anima a todo investigador: junto con las raíces de la música, buscar las propias, las raíces del hombre de la “región”. De ese hombre que cuando baila chamamé, al decir de Zini “…amaga gira, se hamaca / se planta en el zapateo/ y como el pavo real / va erguido, pomposo y lento / con el porte cortesano / de un antiguo caballero …” (ver poema “El Chamamesero” en “La identidad del hombre del Nordeste”, Revista Dominical del 22/6/1980).
En la tarea que emprendió, el citado grupo de mercedeños no se encuadró en métodos ortodoxos de investigación. Consideraron válidos todos los caminos que los condujera a la meta propuesta y fue así que, por ejemplo, ambularon por olvidados parajes del centro de la provincia de Corrientes, en busca de un acorde, un rasgueo, una copla o cualquier otro vestigio folklórico capaz de construir un aporte para el trabajo común de rescate cultural.
Además, solían utilizar el procedimiento de organizar reuniones musicales en los parajes que visitaban. Lo hacían con la finalidad de motivar a los pobladores de cada lugar – naturalmente parcos – los que, de esa manera, se animaban a volcar sus recuerdos a interpretar anónimas canciones. Esa finalidad se veía favorecida por el hecho que, igualmente, eran músicos o poetas los integrantes del grupo mencionado.
En aquellos momentos (exactamente, cuatro años atrás), se les hizo notar que podrían caer en la conclusión, errónea pero tan común, de pretender el encasillamiento del chamamé, específicamente, dentro de los límites del territorio correntino. El propio Zini se encargó de subrayar que su labor partía de la convicción sobre la existencia de un área cultural, por encima de las divisiones artificiales que alejan a los hombres, cuando que su búsqueda estaba orientada, como otra faceta, al acercamiento, con el lógico respeto a las características que, al mismo tiempo, conceden personalidad al habitante de cada provincia del Nordeste, en este caso. Parece confuso, pero no lo es: los pobladores de esta región pertenecen a un área cultural y, por lo tanto, tienen raíces comunes, pero, también, son el producto de condiciones propias de cada provincia, porque cada una de éstas siguió un proceso evolutivo diferenciado de las demás (Corrientes y Misiones, por ejemplo).
Otra de las premisas establecidas por el citado grupo estribaba en el convencimiento de que las investigaciones de esta naturaleza nunca tendrían que detenerse, es decir, considerar que se ha satisfecho el cometido impuesto. Es que, en cualquier momento, constantemente, se puede asistir a nuevos hallazgos, máxime en un área como la del Nordeste que, pese a todo, ha sido escasamente explorada en este sentido. Por ello es que suele suceder que, a medida que se avanza, se descubren nuevos elementos, aparecen modalidades y ritmos que tuvieron alguna incidencia en el proceso que generó el chamamé actual.
LO COMÚN Y LO DISTINTO
Por su parte, Julio Cáceres señaló no hace mucho (ver Revista Dominical del 27/4/1980) que, al analizar el tema, habría que eludir “a un proceso largo”, cuyos orígenes tendrían que hurgarse “en la zona de las Misiones, de las antiguas Misiones Jesuíticas”, soslayando los localismos.
En una etapa posterior – advirtió el integrante de Los de Imaguaré – zonas de las que hoy son Corrientes y Misiones, “como componentes de las antiguas Misiones, sufren un proceso distinto, en lo que influyen la inmigración y la emigración: el asentamiento de nueva gente, con nuevas costumbres y, también, el éxodo de primitivos habitantes”.
A criterio de Cáceres fue “en la campaña correntina (donde) empezó a gestarse, a definirse este proceso, que se expande, pero con raíces que no le pertenecen absolutamente, por supuesto”.
Como se apuntó en la nota anterior de esta serie, en su poema “Chamamesero”, Zini insinúa su coincidencia con lo señalado por Cáceres, cuando escribe: “¿De qué remoto pasado? / ¿ de qué sepultado imperio? / de qué pueblos incendiados / le viene este sortilegio? / ¿ De dónde esa gallardía / que tiene bailando el mencho?”. Parece obvio insistir que se refiere a las Misiones Jesuíticas, cuya tarea evangelizadora y, esencialmente, colonizadora se vio jaqueada, en forma constante, por las incursiones de los portugueses. Años más tarde, después del alejamiento de los padres jesuitas, los incursores finalmente destruyeron la totalidad de los pueblos misioneros, de este lado del río Uruguay, a los que incendiaron luego de someterlos a saqueo.
Vale reiterar, por otra parte, que de esa área es oriundo Zini, un hombre que ejerce igualmente su sacerdocio en esta tarea en procura de la “identificación con nuestro propio ser”.
CARLOS CORREADiario El Territorio - 29 de junio de 1980
Etiquetas: MÚSICA REGIONAL
