REZO Y BAILE EN HONOR DE LA VIRGEN DE ITATI
publicado a las: 1:10 p.m.
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REZO Y BAILE EN HONOR DE LA VIRGEN DE ITATÍ
Después de la misa, la gente se reúne aquí y allá, en el patio o en torno del fuego que dora el churrasco. También, hay algunos, en actitud de recogimiento, frente al altar de la Virgen. Cada vez, llegan más. Provienen de los alrededores o de sitios distantes, inclusive de Posadas.
De pronto, entran los músicos: un acordeonista y dos guitarristas. Se dirigen directamente al interior de la pequeña habitación, donde ha sido adornado con modestia un sitial de honor para Nuestra Señora de la Pura Concepción de Itatí. Y le entregan su serenata, en la cual no puede faltar un chamamé alusivo que es cantado a dúo por quienes también ofician de guitarristas.
Luego, al compás de la melodía del acordeón y las guitarras, le toca el turno al baile, por parte de aquellos que desean bailar en ofrenda a la Virgen. Los primeros en salir a la pequeña “cancha”, son los dueños de la casa: Florencio Franco y Damiana Bernal de Franco y, entre los aplausos de los concurrentes, son después imitados por otras parejas.
Así, comenzó la fiesta que “en lo de Franco”, en San Borjita, Corrientes, se realiza todos los 16 de julio, desde hace 19 años, en honor de la Virgen de Itatí. Todos los que tienen conocimiento de esa tradición, saben que pueden llegarse hasta el lugar, sin invitación alguna, para pasar unas horas en auténtica comunidad.
Conviene advertir que si bien el 9 de julio es el día dedicado a la festividad de la Virgen de Itatí, en Corrientes tiene mayor arraigo la celebración el 16 de julio, aniversario de la coronación de la sagrada imagen.
Y desde hace 19 años, los dueños de casa corren con el gasto: Ponen la carne para el asado, los chorizos, el pan casero o la galleta, el vino tinto y blanco, el jugo y hasta los utensilios de mesa, además de contratar a los músicos. En este 16 de julio, se estimó una concurrencia que osciló en las doscientas personas. Eso sí, todas comieron cuanto quisieron. Luego siguió el baile.
Y, todo esto, ¿por qué? O ¿para qué?, se preguntará más de uno, habituado tal vez a frecuentar ambientes donde tienen más importancia las cosas que las personas.
Para hallar la respuesta aproximada hay que adentrarse en el alma de esta gente, para entender el sentido y la forma en que ella desea expresar su devoción. Esta gente – nuestra gente – no concibe la manifestación solitaria de un compromiso con la Virgen. Quiere que su alegría sea compartida por otras personas. Por eso, la serenata, por eso el baile.
Se explica, así, el sentido casi religioso que también tiene el baile para el poblador rural. Esta actitud es bien distante de la que exhiben esos gauchos de opereta que nos suele mostrar la televisión y que exageran todo, hasta los gestos y los pasos de esta danza, despojándola de sentido y sentimiento.
El pueblo chamamesero, por el contrario, une el rezo con la danza y el canto. Tal como lo hacían aquellos que poblaron las Misiones de esta región hasta hace 230 años. Y tal como lo hacen hoy, Florencio Franco y Damiana Bernal, con sus hijos y nietos. Que atienden a los visitantes, con total desinterés en lo material.
Su interés es otro, es trascendente, pertenece al terreno del espíritu, de la devoción. De la religiosidad popular en definitiva.
CARLOS CORREA
31 de julio de 1994 - El Territorio
Etiquetas: RELIGIOSIDAD POPULAR
