"GATO MORO" 40 AÑOS DESPUES
publicado a las: 6:10 a.m.
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“GATO MORO”.
40 AÑOS DESPUES
El patrón de la estancia se entretiene en un partido de truco con uno de sus fieles asistentes. Tratan de acortar esta noche de Jueves Santo, luego de la cena de ocasión preparada por doña Chana. De cuando en cuando, el sonido lejano de algún automotor que va o viene de Posadas, sirve de fondo a la risueña conversación de los contertulios.
Pasada la medianoche, los tres se retiran a descansar. Los guardianes cumplen con su rutinaria labor. Hace rato que el silencio ha ganado totalmente este rincón de la provincia de Corrientes.
De pronto, la alarma. Hay ruidos extraños en el dormitorio del patrón. Algo grave ocurre, sin duda. Luego de que, no sin esfuerzo, logran por fin abrir la puerta, las escasas personas que acuden, confirman su presentimiento. Nada hay ya que se pueda hacer: “el señor” agoniza.
Ernesto Eliseo Ezquer Zelaya – conocido como “Gato Moro” – muere poco antes que el sol del Viernes Santo de 1952 alumbre sus campos de Santa Tecla. Es el fin de una vida intensa, apasionada. Tiene 47 años.
“Gaucho caudillo”
Hay quienes aseguran que, en el nordeste correntino, fue la última expresión del “gaucho caudillo”. Y, al igual que sus pares destinatarios del mismo calificativo, la personalidad de Ezquer Zelaya muestra a un hombre de procederes controvertidos, por lo cual era – y acaso todavía lo sea – alabado y denostado con idéntica enjundia.
Su nombre o su legendario apodo “Gato Moro” eran pronunciados con unción casi religiosa por aquellos que estuvieron a su lado o que habían sido beneficiados por alguna acción suya. Otros, en cambio, sólo destacaban su comportamiento de “señor feudal”, con seguidores sumisos y prestos a satisfacer su más mínima orden o indicación, por arbitraria que fuese, actitud que traducía más devoción que lealtad, más temor que respeto.
Personaje polémico, sin duda. El historiador correntino Emilio Noya intentó caracterizarlo con pocas palabras: “Rara amalgama de estanciero feudal, escritor costumbrista y militante político”.
Ezquer Zelaya era todo eso. Pero, no había ninguna rareza en la amalgama. Su ideología política traducía su comportamiento social de patrón de estancia, y ambos se reflejaban en su literatura.
Por su parte, Balbino Brañas lo describió así: “Con su rubia barba en punta, los movedizos ojos azules de astuto mirar, delicadas manos que terminaban en unas cuidadas uñas, y el prominente abdomen, pensábamos que, de haber usado turbante y no el fino chambergo negro que coronaba su erguida testa, se habría parecido más a un fascinante maharajá”.
“Su casa de campo – añadió – estaba llena de troneras, timbres ocultos, trampas y vigías”.
SU ÁMBITO DE ACTUACIÓN
Ezquer Zelaya nació del 21 de noviembre de 1904 y murió hace 40 años, el 12 de abril de 1952. Era miembro de una familia acomodada de la capital correntina, donde cursó sus estudios primarios y secundarios, No concluyó los universitarios, ya que dejó trunca la carrera de abogacía y, por afinidad política (militaba en el Partido Liberal y era, por lo tanto, conservador), ocupó algunos cargos públicos por designación de las autoridades nacionales. Fue, por ejemplo, jefe de Policía de la ciudad entrerriana de Concordia y agregado cultural en la Embajada Argentina en Asunción. Pero, su actuación fundamental, por la que iría a trascender, la desarrolló en su estancia “Santa Tecla”, en el departamento Ituzaingó.
En ese ámbito, sostenía que, para dirigir, había que ser el mejor: “No ordeno nada que yo no sepa hacer o que no haya hecho antes”, y allí también puso en circulación el periódico “Vincha”. En sus páginas, con lenguaje accesible a los lectores destinatarios, Ezquer Zelaya exponía su singular visión de la realidad: normas de hombría de bien, el amor a la Patria y sus símbolos, consejos, refranes en castellano y guaraní, cartas con sabor lugareño, avisos sobre aptitudes personales y otros ingredientes que contribuían a que su lectura fuese amena.
No fue, obviamente, la única creación de “Gato Moro” emparentada con la actividad literaria. Hombre de vasta cultura, quien había estampado en el portón de su estancia ese cartel con la advertencia brutal: “ No se conchaban gringos”, escribió otras obras, entre las cuales se cuentan “Sucedió”, “Poncho celeste”, “Vincha punzó”, “Puñado yohá”, “Payé”, “Corrientes ñu” y “Cartas correntinas y otras yerbas”.
En Ituzaingó o en Posadas, sus llegadas eran espectaculares. Ya fuere para realizar compras, en procura de diversión o para ayudar a correligionarios en días de elecciones, se hacía presente en compañía de sus “esquerceros” de “larga y ondulante cabellera que le cuidaban celosamente la espalda y los flancos¨”, escribió Brañas. “Verlo en la calle con aquellos exóticos individuos era siempre un divertido acontecimiento”, señaló el mismo autor, como para despojar de todo hálito romántico la figura de Ezquer Zelaya y su gente, es claro que durante sus ocasionales visitas a Posadas.
TIEMPO Y MARCO
“Era, sin duda, la imagen de un pasado no demasiado lejano que se reflejaba, tempestuoso, en esta naturaleza fuera de tiempo y marco”, reflexionó también Brañas, tras reseñar los “hechos espeluznantes” que narraba “Gato Moro”.
Pero, su reflexión fue formulada analizando la personalidad de Ezquer Zelaya en la década del 30, y desde Posadas, “crisol de razas”, conglomerado urbano en rápido crecimiento.
En cambio, en su provincia, Ezquer Zelaya vivió, apasionadamente, la división partidista impuesta por el rojo y el celeste. Allí, sí, estaba en su “tiempo y marco”.
Y, en ese sentido, para el ituzaingueño Miguel Raúl López Breard, “Gato Moro”, de algún modo, “ajustó su existencia a la época que le tocó vivir, donde él se sentía personaje protagónico.
FUENTES CONSULTADAS
.”Personalidad literaria de Ernesto Eliseo Ezquer Zelaya”, de Miguel R. López Breard.
.”Ernesto Ezquer Zelaya. Correntino de pluma y aventura” de Osvaldo Sosa Cordero.
.”Ayer. Mi tierra en el recuerdo”, de Balbino Brañas.
. Referencias obtenidas por el autor, entre ellas, la de Chana Barrios, ex cocinera de la estancia “Santa Tecla”.
CARLOS CORREA
12 de abril de 1992 – Diario El Territorio.
Etiquetas: HISTORIA REGIONAL
