Carlos Correa
EDGAR ESTIGARRIBIA MI AMIGO TARRAGÓ ROS
publicado a las: 3:12 p.m.


EDGAR ESTIGARRIBIA

MI AMIGO TARRAGÓ ROS

En 1948, Tarragó Ros viajó a Rosario, para cubrir la vacante que en el conjunto de Emilio Chamorro produjo el alejamiento de Tránsito Cocomarola. Había sido llamado ante un pedido de Edgar Estigarribia, quien, entonces, integraba como glosista la agrupación dirigida por Chamorro. Este, a su vez, poseía en dicha ciudad un salón de baile denominado “La Ranchada”.

A esta altura de la trayectoria de Tarragó Ros – tal su nombre verdadero – se detuvo el relato en la entrega del domingo anterior, realizado por Estigarribia, quien fuera amigo entrañable del legendario acordeonista curuzucuateño, de cuya desaparición física se cumplieron tres años el 15 del mes en curso.

Hasta el momento, en procura de imponer su estilo – el tradicional “estilo campiriño” creado en verdad por otro Estigarribia, Ramón, “El Yaguareté”, pero que alcanzó trascendencia con Tarragó Ros – habían realizado giras por Corrientes y Entre Ríos, en primer término, y viajaron a Buenos Aires; en todos los casos sin alcanzar su propósito.

Ese deambular permanente en busca de un éxito que les era esquivo, a más de afectar su espíritu, les creaba una situación de casi total desamparo en lo económico. Fue así que, ambos, Edgar Estigarribia y Tarragó pasaron privaciones de todo tipo, imposibilitados muchas veces de disponer hasta de lo más elemental. (Al margen, cabe acotar que la puntualización de las dificultades de todo tipo que afrontar estos intérpretes en aquellos años, tiene el propósito de utilizarlas para ejemplificar sobre el duro camino que deben recorrer generalmente los auténticos artistas populares, en procura de un triunfo que a veces es nada más que una ilusión inalcanzable).

En esas difíciles circunstancias solían recibir ayuda de sus comprovincianos Osvaldo Sosa Cordero y Porfirio Zappa, el bonaerense Pedro Sánchez. Y, de modo particular, Estigarribia recordó “las veces que Isaco Abitbol nos tendió la mano”, o Ernesto Montiel, entre otros.

SOLOS, DE NUEVO

En el mismo año,1948, Tarragó grabó por primer vez, con el conjunto de Chamorro, ese correntino de Nueve de Julio, auténtico pionero de la música regional

Las cosas tornaron a mejorar para los dos amigos. Tenían ocupación estable (por entonces, Estigarribia trabajaba también en un frigorífico) y comenzaban a ser conocidos, sobre todo en Rosario. En esta ciudad existía una pensión llamada “La Ratonera” por sus huéspedes, en su mayoría estudiantes universitarios de la zona; ese nombre fue inmortalizado más tarde por Ernesto Montiel en un movedizo chamamé. Allí, Tarragó y Estigarribia, solían compartir reuniones y también una habitación, cuando la situación era sombría.

Y a partir de 1950, esa situación se les volvió a presentar, con toda crudeza, a raíz de que, tras desvincularse ambos de Chamorro, resolvieron regentear un salón de baile por su cuenta. Ya la inauguración del salón no fue nada auspiciosa: estaba previsto que actuase el Cuarteto Santa Ana, pero solamente se presentó Ernesto Montiel, porque los restantes integrantes no pudieron viajar debido a que los “contratistas”, esto es, Tarragó y Estigarribia, no lograron reunir el dinero necesario para financiarles el pasaje desde Buenos Aires hasta Rosario.

Volvieron las dificultades. Cuatro años más tarde, Tarragó con bandoneón y al frente de su propio conjunto, grabó un disco que pasó virtualmente desapercibido.

Entonces, Estigarribia decidió afincarse en la ciudad entrerriana de concepción del Uruguay, aceptando un ofrecimiento para conducir audiciones de música regional. Desde entonces y por mucho tiempo más, Oscar Albornoz se ocupo de decir las glosas, las que, en su mayoría, eran preparadas y remitidas por Estigarribia.

EL TRIUNFO

Alguna vez, el panorama debía pintar mejor. La ocasión se presentó cuando Fernando López, gerente de la empresa discográfica “Odeón”, intuyó que en Tarragó había “fibra” suficiente como para ser aceptado por el público. Lo llamó para una grabación, pero condicionada a que tocara el acordeón de “dos hileras y media”.

Así lo hizo, y en 1956 fue editado un “simple”, que alcanzó un éxito rotundo. A partir de ahí, no cesaron las grabaciones, ni las actuaciones en los más diversos escenarios: bailes, radios y teledifusoras, de casi todo el país. Llegó, también, el momento de la presentación en el escenario “Atahualpa Yupanqui”, de Cosquín.

La extraordinaria difusión lograda por sus numerosas grabaciones, hizo acreedor a Tarragó de cuatro “discos de oro”, que “fueron auténticamente ganados, y no preparados por necesidades de promoción”, subrayó Estigarribia.

En el interín, el glosista de reincorporó al conjunto y permaneció al lado de Tarragó hasta el final de la existencia física de este último.

Estigarribia no olvida – no podría hacerlo – a su amigo de siempre, con quien enfrentó superó tantas dificultades, y a quien llegó a admirar, por sus cualidades, su sensibilidad, su hombría y por su respeto hacia las cosas de la tierra: la gente y el paisaje.

CARLOS CORREA

26 de abril de 1981 – Diario El Territorio

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1/09/1982: Conferencia "El Sindicalismo Argentino". Carlos Correa.
Quién es Carlos Correa
Nació en Posadas cuando en la Catedral daban las doce campanadas de un mediodía del mes de Noviembre de 1939.
Fueron tantas las actividades que desarrolló que resulta muy difícil resumirlas: periodista, sindicalista, militante político, docente, etc. Pero sobre todo, un profundo conocedor de su región misionera, sus costumbres, su música, sus bailes, es decir, de la cultura regional en sus distintas manifestaciones.
Después de tanta lucha, partió a "la Tierra sin mal" el 28 de Marzo de 2012, dejando una huella trascendente en nuestra historia.
Los aportes que brindó con sus conocimientos, pero sobre todo con su gran humanismo, me impulsan a crear esta página para transcribir -en parte- sus notas publicadas, la mayoría en "El Territorio" de Posadas, con el propósito de que les sea útil a quien las necesite, pues siempre fue muy altruista y generoso en enseñar lo que sabía.

Alba
Los cuarenta años de amor que vivimos en pareja con Carlos Correa, tantas actividades que encaramos juntos, la amistad y comunión de ideales que nos unieron me impulsan a concretar este sueño de compartir con los demás, aunque más no sea, una parte de su saber. Alba Rosabel Melo.

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