Carlos Correa
UN TESTIMONIO DE AMBROSETTI
publicado a las: 4:11 a.m.



UN TESTIMONIO DE AMBROSETTI

El chamamé nació en la campaña de Corrientes. En verdad, su nacimiento, lo que podría merecer ese calificativo, constituyó la consolidación de esa especie musical popular tras un largo y complejo proceso de gestación. Su aparición no fue, entonces, un acto simple, con fecha y lugar conocidos. No se debió a la visión comercial de tres o cuatro personas que tuvieron la fortuna de dar con un ritmo identificatorio de un área, de una región de la Argentina.

Durante el desarrollo del mencionado proceso, el ritmo en gestación recibió las influencias de distintos factores socio-culturales. Entre ellos, ya se ha citado la enseñanza de música impartida por quienes ejercieron la labor docente en ese campo, desde los tiempos jesuíticos hasta el pasado más cercano, y otras especies musicales criollas y europeas.

El paisano correntino, metido en su propio paisaje, fue el que dio forma definitiva a esa música que le venía siguiendo, que se iba apoderando de él, en forma sostenida, desde hacía mucho tiempo. Y fue él, pese a las influencias, quien mantuvo un sólido vínculo con el pasado regional, a través de esa sensibilidad heredada de los guaraníes, con su particular concepción del mundo, de las cosas y del hombre, con sus tradiciones y, en cierto modo, también sus creencias.

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Es muy probable que, en un principio, fuera otra denominación aplicada a esto que hoy conocemos como chamamé. Habrá sido polca, polquita correntina o “ramada güi” o. acaso, ya entonces era conocido como chamamé.

Pero, como se ha aclarado en repetidas oportunidades, el nombre que identifica a una especie musical debe ser objeto de un estudio por separado del que procure hurgar en el pasado del ritmo. Porque no siempre coincide el momento de imposición de la denominación, con la circunstancia histórica del nacimiento de la especie musical bajo consideración.

Retomando el sentido de lo escrito en nota anterior-publicada el 3 del mes en curso en esta Revista- es oportuno traer a colación lo relatado por el naturalista y arqueólogo Juan Bautista Ambrosetti en su libro “Viaje de un maturrango”. Importa consignar que este destacado investigador argentino nació en 1865 y falleció en 1917. Fue profesor de arqueología americana y director del Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Estudió costumbres y creencias de las culturas precolombinas, halló ciudades prehistóricas y contribuyó a esclarecer aspectos del folklore nacional. Entres sus obras, figuran también “Los monumentos megalíticos del Valle de Tafi”, “La civilización calchaquí” y “Los cementerios prehistóricos del Alto Paraná”.

En su “Viaje de un maturrango” Ambrosetti relata que, en 1885, encontrándose en Corrientes, salió una noche y se acercó hasta un baile organizado en las orillas. “Las guitarras –dice- tocaban esas polcas correntinas interminables, que allí se bailan durante un cuarto de hora sin descanso…”.

“Cantando la polca de los clamores-apunta mas adelante- dejé al guitarrero y salí porque no podía aguantar mas la feroz fumigación de una vieja que fumaba a mi lado…”.

En el mismo libro, Ambrosetti incluyó el relato de otro baile, registrado éste en Reconquista, provincia de Santa Fe, y con ocasión del velatorio de un angelito.

“Después de un rato-narra el destacado investigador-concluyó el rosario y los primeros acordes de la orquesta de acordeón y guitarra se hicieron oír. Empezaba el baile en honor del angelito; las polcas que había oído en Corrientes, volvían a repetirse, pronto la sala se llenó de una nube de polvo de ladrillo levantada por los bailarines que, apiñados, se estrujaban, esforzándose por llevar bien el compás…”.

Se trataba, indudablemente, de una especie musical correntina, no de la polka (con “k”) europea, porque un agudo observador, un investigador que estudiaba con rigor científico, como Ambrosetti, lo hubiese señalado si así fuese. A este hombre un detalle de ese tipo no se le hubiera pasado, jamás por alto.

Por otra parte, es sabido que algunas antiguas composiciones calificadas anteriormente como polca correntina, hoy reciben la denominación de chamamé, lo que indicaría que este último es algo así como la continuidad histórica de la primera. Eso es lo que se observa respecto de “El carau”, la pieza más antigua –que se conoce- del folklore regional, que antes era conocida como polca y es chamamé en la actualidad.

Con relación a “El carau”. Ricardo Visconti Vallejos recuerda que, como “canción correntina”, fue grabada por Samuel Aguayo el 24 de marzo de 1931.

Se trata-vale reiterar- de una composición tradicional, popular y anónima, es decir, netamente folklórica, del área guaranítica argentina. Y el testimonio de su vigencia figura en la Encuesta del Magisterio Nacional realizado en 1921, trabajo en el cual se incluye una versión de “El carau” recogida en la colonia de Cerro Corá, Misiones.

CARLOS CORREA

10 de agosto de 1980- El Territorio

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1/09/1982: Conferencia "El Sindicalismo Argentino". Carlos Correa.
Quién es Carlos Correa
Nació en Posadas cuando en la Catedral daban las doce campanadas de un mediodía del mes de Noviembre de 1939.
Fueron tantas las actividades que desarrolló que resulta muy difícil resumirlas: periodista, sindicalista, militante político, docente, etc. Pero sobre todo, un profundo conocedor de su región misionera, sus costumbres, su música, sus bailes, es decir, de la cultura regional en sus distintas manifestaciones.
Después de tanta lucha, partió a "la Tierra sin mal" el 28 de Marzo de 2012, dejando una huella trascendente en nuestra historia.
Los aportes que brindó con sus conocimientos, pero sobre todo con su gran humanismo, me impulsan a crear esta página para transcribir -en parte- sus notas publicadas, la mayoría en "El Territorio" de Posadas, con el propósito de que les sea útil a quien las necesite, pues siempre fue muy altruista y generoso en enseñar lo que sabía.

Alba
Los cuarenta años de amor que vivimos en pareja con Carlos Correa, tantas actividades que encaramos juntos, la amistad y comunión de ideales que nos unieron me impulsan a concretar este sueño de compartir con los demás, aunque más no sea, una parte de su saber. Alba Rosabel Melo.

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