Carlos Correa
LOS FUEGOS DE SAN JUAN
publicado a las: 8:13 a.m.



LOS FUEGOS DE SAN JUAN

Un estruendoso aplauso - una ovación casi – rubricó el acto del joven que, con los pies desnudos, se desplazó sobre el “colchón” de brasas armado en un barrio posadeño. Era el primero que se atrevía a hacerlo, de ahí los aplausos; después, otros seguirían su ejemplo en esos minutos iniciales del 24 de junio último. Para esa hora, había comenzado a ceder el “smog” provocado por el humo espeso de las numerosas fogatas encendidas en distintos sectores de la capital misionera, pero especialmente en los barrios suburbanos. El humo venía acompañado del característico olor generado por la combustión de neumáticos, singular materia prima ésta muy utilizada en la zona para las fogatas de la víspera de San Juan.

Si bien hay coincidencias generalizadas en torno de que los fuegos del 23 de junio constituyen la repetición de una antigua costumbre de los pueblos del hemisferio norte en coincidencia con el solsticio de verano (es cuando empieza la estación cálida en esa parte de la Tierra), nadie sabe a ciencia cierta los motivos ni los propósitos que se persiguen, menos aún los orígenes de esa suerte de rito que se reitera anualmente en el primer minuto del día dedicado a la festividad de San Juan y que consiste en caminar descalzo sobre un “colchón” de brasas, según es arraigada costumbre en esta región. Vale apuntar que ese ritual reconoce otros elementos confluyentes representados por pasos que deben cumplirse, todos, en esa misma noche: se inicia con las fogatas y los farolitos, continúa con el “toro candil”, la que del muñeco “Judas” y culmina con el cruce sobre las brazas.

LOS ORÍGENES

Estaría fuera de dudas, sin embargo, que el origen de esta forma tan peculiar de celebración, es remota tanto en el tiempo como en el espacio.

Algunas hipótesis ubican su nacimiento en España, donde hasta hoy se mantendría vigente. Otros, en cambio, lo sitúan en lugares y épocas tan distantes como el Asia Menor, Grecia, Egipto o la India de hace milenios.

No faltan, tampoco, los que afirman que surgió en Roma, más de dos mil años atrás. Allí también en coincidencia con el solsticio de verano, se destinaba esta fecha a que honrara a Júpiter Triunfante, el Dios-Sol. Aparte, igualmente, se rendía tributo al comienzo de la estación cálida, a través del culto al fuego.

Podría tratarse – casi seguro que lo es – de la convergencia de diversas tradiciones, habiendo llegado hasta América de la mano de los conquistadores y colonizadores españoles. En el nuevo continente y pese a que era hostigada por las autoridades eclesiásticas, bajo la calificación de pagana, ganó espacio y, por fin, llegó a ser aceptada como una típica expresión folklórica.

EL BIEN Y EL MAL

Muchos, empero, no lo entenderían de ese modo, según puede deducirse del sentido que dan a los distintos aspectos del rito y de la interpretación de los resultados que obtienen quienes lo cumplen.

Sería así porque, si se exceptúan las fogatas que al parecer carecen de explicación, salvo que se trataría de la continuidad histórica del comentado culto al fuego, en los restantes actos asomaría la eterna lucha que libran las fuerzas del bien y del mal.

A ese respecto, cabe subrayar que en cierta medida se mantiene la costumbre que indica que una sola persona debe encargarse de recoger los leños y de encender el fuego del cual se lograrán las brasas que han de servir, varias horas después, para armar el “colchón”. A lo largo de ese lapso, nadie más que ella puede tocar y ni siquiera acercarse al fuego, y cuanto tal persona entiende que debe empezar el acto, previamente reza una oración y suele ser, asimismo, la primera en caminar sobre las brasas, aunque esto no siempre se da.

Es creencia popular que aquél que alcanza a salir sin quemaduras de la prueba, se halla libre de pecados o porque su fe en el auxilio del santo es más fuerte que el poder del fuego.

La presencia del “toro candil” entre los elementos del ritual, contribuye a reforzar la concepción de que aparece en estos actos la eterna lucha del bien y del mal. Y ese remedo de bestia apocalíptica representaría a las fuerzas del mal, por cuanto de otro modo no se explica que siempre salga derrotada. Para más, se suma otro factor: la quema de un muñeco, denominado “Judas” que no sería otro que aquél que vendió a Jesús por 30 monedas.

Un poco al margen de todo esto, otros ingredientes completan el cuadro de la noche de víspera de San Juan. Uno de ellos está representado por los típicos farolitos de papel que antes eran colocados en cercos y frentes de casas y para los cuales, también, solía emplearse el cuenco vacío de una naranja agria (“apepú”). El otro, por las legendarias “pruebas” que practican las jóvenes, a fin de que el santo les señale el hombre de su vida.

FÉLIX REYES (seudónimo utilizado por CARLOS CORREA)

Julio de 1980 – Diario El Territorio

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1/09/1982: Conferencia "El Sindicalismo Argentino". Carlos Correa.
Quién es Carlos Correa
Nació en Posadas cuando en la Catedral daban las doce campanadas de un mediodía del mes de Noviembre de 1939.
Fueron tantas las actividades que desarrolló que resulta muy difícil resumirlas: periodista, sindicalista, militante político, docente, etc. Pero sobre todo, un profundo conocedor de su región misionera, sus costumbres, su música, sus bailes, es decir, de la cultura regional en sus distintas manifestaciones.
Después de tanta lucha, partió a "la Tierra sin mal" el 28 de Marzo de 2012, dejando una huella trascendente en nuestra historia.
Los aportes que brindó con sus conocimientos, pero sobre todo con su gran humanismo, me impulsan a crear esta página para transcribir -en parte- sus notas publicadas, la mayoría en "El Territorio" de Posadas, con el propósito de que les sea útil a quien las necesite, pues siempre fue muy altruista y generoso en enseñar lo que sabía.

Alba
Los cuarenta años de amor que vivimos en pareja con Carlos Correa, tantas actividades que encaramos juntos, la amistad y comunión de ideales que nos unieron me impulsan a concretar este sueño de compartir con los demás, aunque más no sea, una parte de su saber. Alba Rosabel Melo.

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