Carlos Correa
ITATÍ: LA PLEGARIA Y EL ÉXTASIS
publicado a las: 3:32 p.m.



ITATÍ: LA PLEGARIA Y EL ÉXTASIS

Como sucede anualmente, en estos días todos los caminos conducen a Itatí. Hacia esa localidad correntina se dirigen millares de peregrinos en busca de alivio para sus heridas físicas y espirituales o con la finalidad de dar cumplimiento a la promesa formulada al realizar un pedido a la Virgen cuya imagen se venera en el santuario que se levanta allí, o bien por el solo placer de contemplarla y orar a sus pies.

El motivo de este masivo peregrinaje se vincula con la celebración que tiene lugar el 16 de julio de cada año: el aniversario de la coronación de Nuestra Señora de Itatí. Y es, entonces, cuando la pequeña población desborda de forasteros. Nadie quiere estar ausente de las honras a la excelsa patrona y aquellos que se hallan imposibilitados de viajar hasta la sede del santuario, dedican estas jornadas a rendir su tributo frente a las réplicas de la sagrada imagen entronizada en los más diferentes sitios tanto de Corrientes como de Misiones, Chaco, Entre Ríos y aún de más allá.

No se crea, sin embargo, que el culto a la Virgen de Itatí se circunscribe a estos días. Nada de eso, su presencia es permanente en el espíritu del habitante de la región, cuyos labios pronuncian a menudo su sagrado nombre, aunque a esta altura del año, ello alcanza su punto culminante.

LOS ORÍGENES

No es fácil precisar los orígenes de la veneración, ya que ésta se remonta a la época de la conquista y colonización de estas tierras. No obstante, hay coincidencia en cuanto a que la Virgen fue traída a la zona de la actual Itatí por dos sacerdotes misioneros de la orden de los franciscanos: Luis de Bolaños y Alonso de San Buenaventura, quienes se vieron obligados a abandonar su tarea evangelizadora en el Guayrá.

Según el presbítero Isaac J Mosqueda, “discuten los historiadores y lingüistas si Itatí proviene de la contracción de “itá-morotí”, igual a piedra blanca; de “itá-ti”, igual a nariz, eminencia o punta de piedra; de “itá-ty”, igual a pedregal o lugar de muchas piedras. Las tres acepciones corresponden, de igual modo, al Itatí pueblo. La piedra caliza de La Caleria es el “itá-morotí” que contraída resulta itatí. La punta o nariz de piedra corresponde más acabadamente a Itatí, nasal, como todavía se pronuncia por los viejos. Y lo de pedregal o lugar de muchas piedras, “itá-ty”, gutural, también le viene el caso ya que el fondo o lecho del rio desde el ex muelle hasta las islas Pacuríes, inclusive, es toda una cadena de piedras negras.

Pero el propio Mosqueda (con quien el autor de esta nota mantuvo una larga conversación, hace varios años, cuando el sacerdote se desempeñaba como encargado de la usina del santuario de Itatí) señaló, también, que “el nombre del pueblo le viene del nombre de la bendita imagen que se venera en su iglesia. Y el nombre de la Virgen proviene de los indios itatines que poblaron originariamente una parcialidad sobre un arroyo que se llama el Piquyry, que significa “arroyo de los pescaditos”, que estaba situado más arriba de las Cataratas del Iguazú, en actual territorio brasileño, más debajo de la Ciudad Real, capital emporio de las famosas Misiones Jesuíticas”.

Estas consideraciones vienen a propósito de la primitiva denominación de la localidad fundada el 7 de diciembre de1615, por fray Luis de Bolaños: “Pueblo de Indios de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatín”.

Una versión advierte que los conquistadores españoles añadían una “n” a las vocales nasales guaraníes; de ahí lo de Itatín. Sim embargo, en forma coincidente con su hipótesis, Mosqueda trata de ubicar la época de la llegada de la imagen a la zona, de la siguiente manera: “La rodean algunas leyendas y no pocas suposiciones.

Que no estuvo allí al comienzo, es cierto. Se la nombra recién un tiempo antes de la fundación de corrientes, y en ocasión del milagro de la Cruz de Arazaty en que los indios rebeldes, alzados, apóstatas del Itatín, intervinieron activamente en la quema del matadero de la Cruz, pero que luego del hecho insólito (o sea, que no ardió el madero) que de nuevo se redujeron”. Y más adelante, concluye: “La llegada de la Virgen, pues, hay que situarla antes del año 1588 (en que fue fundada Corrientes. No después, como algunos lo han supuesto”.

Como fuese, es hacia finales del siglo XVI que comienza a ser venerada en la zona. No obstante, fue recién en 1663 que por bula papal se permitió el culto a la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí.

Ahora bien, más arriba se señala que el pueblo fue fundado en 1615, mientras la sagrada imagen ya era venerada en las postrimerías del siglo XVI. ¿Cómo se explica esa aparente discordancia?.

Los primeros conquistadores españoles en llegar a la zona fueron los componentes de la expedición comandada por Sebastián Gaboto, quién bajó a tierra a fines de febrero o principios de marzo de 1528. En el lugar existía un poblado aborigen, denominado “Casas de Yaguarón”, en alusión al nombre del cacique. Luego, habría pasado a llamarse, también, puerto de Santa Ana de Gaboto.

Cuando Bolaños y San Buenaventura llegan con la imagen – poco antes de 1588 como apunta Mosqueda – la provincia franciscana de Santa Ana era atendida, desde 1583, por fray Luis Gómez.

En 1615, en realidad, tuvo lugar el traslado de la población desde su antiguo asiento, debido a que éste no ofrecía seguridades por tratarse de un terreno bajo, sujeto a frecuentes inundaciones, y a raíz del peligro que representaban las incursiones de aborígenes no reducidos que merodeaban por la zona.

Bolaños localizó el pueblo en el lugar conocido hoy como “La Caleria (de ahí, lo de “itá-morotí”, es decir, piedra blanca). Se trata de un sitio de altura, con puerto profundo y su población se incrementó con las muchas familias de naturales que trasladó Roque González de Santa Cruz desde su pueblo Santa Ana, a orillas del Iberá.

Por su parte, el actual imponente santuario, reconoce antecedentes mucho más modestos. El primer oratorio fue concretado en 1589 por Bolaños en el asiento primitivo de la población, conocido también como Yaguarí, y luego siguieron otros siete hasta que se comenzó a construir la basílica cuya piedra fundamental fue bendecida el 16 de julio de 1938 por el entonces obispo de Corrientes, monseñor Francisco Vicentín.

Exactamente doce años más tarde, esto es, el 16 de julio de 1950, la sagrada imagen fue trasladada desde su anterior sitial hasta el nuevo camarín ubicado en el interior de la basílica que se inauguraba ese día. Las dimensiones del tempo son las siguientes: 81 metros de largo por 60 metros de ancho y 80 metros de alto; la cúpula tiene 26 metros de diámetro y se halla coronada por una estatua de la Virgen realizada en cobre, de 7,50 metros de altura, mientras que la azotea, ubicada a un nivel de 25 metros, cubre una superficie de 1.800 metros cuadrados y tiene capacidad para 10.000 personas.

LA IMAGEN

Si bien impacta la imponencia de la basílica, en realidad la meta del peregrino se halla en su interior, en la sagrada imagen de la leve sonrisa: La Virgen de Itatí, a la que se le atribuyen no pocos milagros.

Esa imagen, que ha sufrido retoques y hasta multiplicaciones a lo largo de la historia, tanto que hubo que cubrir su vestuario tallado con ropaje de tela de modo permanente, no tiene autor conocido. Se asegura que la factura de la talla es guaraní. Pero, mientras unos sostienen que está hecha de timbó, con la excepción del rostro, que sería de nogal, otros aseguran que se utilizó madera de cedro, abundante en los actuales territorios de Misiones y Paraguay.

La masiva peregrinación que se cumple en estos días es debido al aniversario de la coronación de la Virgen, la que tuvo lugar el 16 de julio de 1900 en una ceremonia que presidió monseñor De Lastra y Gordillo, entonces obispo de Paraná. Un año antes, el Papa León XIII había bendecido la corona, la que fue realizada en París respetando la más pura línea del renacimiento francés.

Es así que este año, de nuevo, miles de fieles se extasiarán ante la imagen del rostro ligeramente sonrosado y bastante bien modelado, que ni es del todo redondo ni puede ser calificado como ovalado, que permanece en modesta actitud de orar, con las manos juntas sobre el pecho. Invocarán su protección, con repetidas plegarias, tal como se viene haciendo desde hace siglos, acaso desde el momento mismo en que el anónimo escultor de la sagrada imagen se deslumbró ante su obra.



CARLOS OSORIO (Otro seudónimo usado por Carlos Correa)

Julio de 1980 - Diario El Territorio

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1/09/1982: Conferencia "El Sindicalismo Argentino". Carlos Correa.
Quién es Carlos Correa
Nació en Posadas cuando en la Catedral daban las doce campanadas de un mediodía del mes de Noviembre de 1939.
Fueron tantas las actividades que desarrolló que resulta muy difícil resumirlas: periodista, sindicalista, militante político, docente, etc. Pero sobre todo, un profundo conocedor de su región misionera, sus costumbres, su música, sus bailes, es decir, de la cultura regional en sus distintas manifestaciones.
Después de tanta lucha, partió a "la Tierra sin mal" el 28 de Marzo de 2012, dejando una huella trascendente en nuestra historia.
Los aportes que brindó con sus conocimientos, pero sobre todo con su gran humanismo, me impulsan a crear esta página para transcribir -en parte- sus notas publicadas, la mayoría en "El Territorio" de Posadas, con el propósito de que les sea útil a quien las necesite, pues siempre fue muy altruista y generoso en enseñar lo que sabía.

Alba
Los cuarenta años de amor que vivimos en pareja con Carlos Correa, tantas actividades que encaramos juntos, la amistad y comunión de ideales que nos unieron me impulsan a concretar este sueño de compartir con los demás, aunque más no sea, una parte de su saber. Alba Rosabel Melo.

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