LA IDENTIDAD DEL HOMBRE DEL NORDESTE (y POEMA DE JULIÁN ZINI)
publicado a las: 10:39 a.m.
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LA IDENTIDAD DEL HOMBRE DEL NORDESTE
En estos momentos, en que el Nordeste ingresa en un proceso signado por la realización de grandes obras binacionales (Yacyretá, Garabí, puente Posadas – Encarnación, etcétera), la readecuación de las estructuras productivas y la integración económica con zonas cercanas de países vecinos que tales obras traerán aparejadas, harán sentir sus efectos en todos los órdenes de la vida. Solamente en el breve plazo, en la etapa de ejecución de esos proyectos, miles de personas entre profesionales, técnicos y operarios se desplazarán hacia aquí, procediendo de otros lugares, muchos de sitios muy alejados. Vendrán con sus hábitos, con sus tradiciones y se encontrarán con una realidad cultural diferente.
Es ante esa perspectiva que se requiere la afirmación de la identidad del hombre de la región: “saber de donde venimos y quienes somos”, como dijo una vez al autor de esta nota el padre Julián Zini. Que se trata de un problema que ha sensibilizado ya a ciertos sector, lo demuestra uno de los objetivos que se propusieron los gestores de la Fiesta de la Estancia Correntina (encuentro anual que se efectúa en Ituzaingó y que, en esta oportunidad, debió sufrir una lamentable postergación). Ellos persiguen el propósito de lograr, en mayor o menor medida, que la nueva realidad impuesta por la construcción de la central hidroeléctrica de Yacyretá, así como por las restantes grandes obras localizadas en la zona, no provoque el cambio – la extinción quizás – de los valores tradicionales que constituye la esencia del hombre de la región.
El padre Zini advirtió que, sin embargo, o es posible desechar “las influencias, necesarias y benéficas, por lo demás; pero que seamos nosotros los que elijamos y no que nos aplasten”.
A través de esta serie de artículos sobre los orígenes de la música regional, se pretende, igualmente, efectuar un modesto aporte para determinar “de donde venimos y quiénes somos”, en lo que se refiere los ritmos que caracterizan, en su ámbito específico, al habitante del Nordeste. En ese sentido, se han volcado las opiniones de quienes respaldan la antigüedad y autenticidad de esa música e, incluso, de aquellos que tratan de quitar raigambre telúrica al chamamé como la especie más relevante, principal, predominante del género nordestino.
Cabe puntualizar, que, en la preparación de estas notas, se trabaja en el firme convencimiento de que el chamamé reconoce un origen remoto, que se gestó a través de un largo proceso y que este proceso no se desarrolló como si fuera una línea recta. Por el contrario, recibió las influencias de una realidad cambiante, hasta alcanzar su consolidación definitiva.
Sin la intención de desmerecer todo honesto aporte en ese sentido, debe subrayarse que poco importa el momento en que se le impuso su actual denominación en que la palabra “chamamé” comenzó a distinguir a la especie, salvo que se utilice ese hecho como antecedente para historiar el mencionado proceso. De todas maneras, lo que interesa es que, cuando lo escucha, el hombre del Nordeste, el genuino habitante de la región se sensibiliza, siente que “un cosquilleo” le recorre todo el cuerpo y se sacude con ese grito tan típico que es el “sapucay”. Porque, sin duda, es su más auténtico vehículo expresivo, es la música que toca, canta, silba o baila.
EL CHAMAMESERO
A propósito de lo indicado precedentemente, el padre Zini ha escrito estos versos que tituló “Chamamesero”.
Mírenlo. No importa el nombre,
puede ser Joaquín, Ernesto,
Tránsito, Isaco o cualquiera
de nuestros chamameseros…
Es el dueño de la fiesta,
su callado bastonero:
de por si todos le entregan
las riendas del sentimiento.
Por eso, la concurrencia
siente cosquillas adentro
y que le retoza el alma
ni bien se abre el instrumento.
Fíjense; vale la pena
verlo de pie en su silencio
destrenzando melodías
y como arrugando el viento.
Parece un rito sagrado:
se inclina el chamamesero,
cierra los ojos y elige
un chamamé bien rastrero
que es una víbora hermosa
que parece estar en celo
porque se enrieda y se enrieda
hasta clavar su veneno
en los tobillos del damo…
Y ya, desde ese momento,
el correntino va herido;
no baila, reza; sus gestos
hablan por él. Mientras tanto,
mientras se va retorciendo
se desangra por la cancha
la herida de su silencio…
Lleva arrastrando los pies
en sinuoso viboreo;
amaga, gira, se hamaca,
se planta en el zapateo, y como el pavo real
va erguido, pomposo y lento,
con el porte cortesano
de un antiguo caballero.
¿De qué remoto pasado?
¿de qué sepultado imperio?
¿de qué pueblos incendiados
le viene este sortilegio?
¿De dónde esa fuerza lenta
que se va aferrando al suelo?
¿De dónde esa gallardía
que tiene bailando el mencho?
Unos dicen que es herencia
y otros, cosa de amuleto.
La música está en el alma
de los hijos de este suelo,
se les subió por la sangre
de los talones al pecho
y les brota por las manos
y les florece en el viento…
Tal vez por eso te usamos
y olvidamos tus derechos,
negándote ese lugar
que es tuyo y que te debemos.
Te aplauden y te ponderan,
pero quien se tomó el tiempo
de llegarse hasta tu casa
a compartir tus desvelos?
¿Qué sabemos de tu vida
Y qué de tu pensamiento?
qué le contás a tu vino:
qué pena, qué amor, qué sueños?
¡ Las cosas que nos dirías
si hablaras chamamesero!
Aunque tu música dice
lo que esconde tu silencio.
Vos mismo dijiste un día
por boca de don Ernesto:
“tal vez mi música diga
Eso que decirles quiero”.
Padre de nuestra alegría,
señor del baile, maestro,
no se te paga con plata,
lo tuyo no tiene precio.
¡Ojalá no mueras nunca
hermano chamamesero!
Y haceme el favor si un día
Llego a morir que no pienso,
Tocame tú “Ajhá Potama”
O “La Caú” y te prometo
que me voy a levantar
camino del cementerio
para quedarme a tu lado,
para ser tu guitarrero
y para cantar de oído
y a dúo como en mi pueblo,
el chamamé más sentido,
el chamamé que hace tiempo
te anda llorando en el alma
y es tu voz, chamamesero…!
-MISIONERO -
-CORRENTINO-
Con el poema transcripto, su autor tuvo la declarada intención de honrar al músico regional. No obstante, llegó mucho más allá. Aparte de pintar con trazos impecables gestos y actitudes y de hurgar en lo interior de intérpretes y bailarines, afirma el origen remoto del chamamé.
Importa destacar que el padre Zini es misionero, de las cercanías de San José, pero la mayor parte de su vida transcurrió en Corrientes, donde ejerce el sacerdocio hasta el presente (es párroco de Mercedes). De ahí que en su obra se refiere una realidad que conoce acabadamente, porque constituye su propio entorno. Sin embargo, sostiene que el chamamé es la principal expresión de un área cultural, la guaranítica, en una amplia zona de la cual dejó profundas huellas la colonización jesuítica (“…¿de qué sepultado imperio? / ¿de qué pueblos incendiado / le viene este sortilegio?”). Y los límites de esa área exceden los de la provincia de Corrientes. En próxima nota se continuará con el tema.
CARLOS CORREA
Diario El Territorio – 22 de junio de 1980
Etiquetas: HISTORIA REGIONAL
